CONFUSIÓN ENTRE POLÍTICA Y POLITIQUERÍA
Como es sabido, la más alta función del pensamiento del hombre es la política, excepto la filosofía. Pero la política en Bolivia y algunos otros países, degenera con mucha frecuencia en la politiquería y, a la vez, los políticos y gobernantes devienen en politiqueros de pacotilla que dicen lo que les pide el cuerpo y, sin medir las consecuencias, pronuncian sentencias tan absurdas que no sólo hacen quedar en ridículo a sus autores, sino a toda la nación que dicen representar.
El asunto no podría tener mayor significado en caso de producirse a nivel cantonal o provincial, pero adquiere carácter nacional e internacional, pues ya se convierte en un problema que revela que algo anda mal en los brillantes cerebros dominantes y sería de urgencia adoptar terapias intensivas para curar el mal y evitar que se convierta en una peligrosa epidemia.
La desviación de la política hacia la politiquería ha ido creciendo en últimos tiempos hasta niveles que significan el desconocimiento de una de las facultades más importantes del hombre, que es la Lógica, es decir la relación de los pensamientos con la verdad objetiva. Al respecto, ya se tiene una lista casi interminable de absurdos que revela que los politiqueros y politicastros han desplazado a los políticos y, en algunos casos, éstos últimos son una especie en extinción.
Se tiene entre otros, el caso de un alto funcionario de Estado que sentenció que las piedras tienen sexo y se reproducen como si fueran seres orgánicos, opinión que circuló en todo el mundo causando una carcajada homérica. Otro jerarca dijo que la Coca-Cola producía la homosexualidad y que comer carne de pollo causa la calvicie y enfermedades parecidas. Esa manera de actuar confirma que de lo sublime a lo ridículo no dista más que un paso.
La secuencia de absurdos siguió con otros tantos casos, como el de un magistrado judicial que aseguró sin el menor empacho que sus sentencias y fallos se basaban en “la lectura de las hojas de coca” y había dejado de lado los códigos y leyes, mientras otro “pensador” afirmó que a partir del último solsticio de invierno acabarían los sufrimientos de la humanidad y que todo sería color de rosa, mientras el jefe del Estado acusa sin prueba alguna a los obispos de hurtar las joyas de la Virgen de Copacabana.
Así la cosa, el asunto se ha extendido a nivel continental. En efecto, el flamante presidente venezolano nos ha brindado un ejemplo notable de sustituir la política por la politiquería, al afirmar que fue visitado por el alma del finado Hugo Chávez en la forma de un “pajarito”, el cual le inspiraría en su forma de gobernar, dato objetivo que revela que el absurdo ha dejado atrás la lógica más elemental, ha dado paso al ridículo y así causaría mortales dolores de cabeza a los filósofos de todos los tiempos, desde Aristóteles hasta Marx.
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